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Último usuario: Desansulo
NADIE TE OFENDE!!!...
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NADIE TE OFENDE!!!...
DE MI AMIGA EVA RIVERA...
Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que “alguien” les hizo. La sorprendente revelación, va a cambiar tu vida: ¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias.
Si tú esperabas que tus padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que “un padre ideal” debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman. Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo, tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entra las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.
Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una parte, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que “te hacen otros” (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las “ofensas”.
Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la escuela, la sociedad y los medios nos enseñan. Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y cómo “deben” de actuar los demás. Una novela que no tiene nada que ver con la realidad. También, las otras personas son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es “maltratada” (por no haber dicho o hecho lo que se esperaba de ella) por alguien, deja esa experiencia en su “inventario”. Cuando conoce a otro alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que le hirieron, o sea que se predispone. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes, obviamente lo que teme lo provoca. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas. Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año.
Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que “debe hacer” y te dice “no”, creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. Déjalos ser. Además recuerda también, que nadie te pertenece.
Cuando los colonos americanos querían comprarles sus tierras a los Pieles Rojas, estos les contestaron“¿Comprar nuestras tierras? ¡Si no nos pertenecen! Ni el fulgor de las aguas, ni el aire, ni nuestros hermanos los búfalos a los cuales solo cazamos para sobrevivir. Es una idea completamente desconocida para nosotros”.
Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hermanos, ni tus hijos, tus amigos o parejas te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Solo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Solo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir. Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar. Ámalas, disfrútalas y déjalas ir.
Entonces ¿Cómo puedo perdonar?
Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de “cómo deberían actuar las personas”. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente.
Reconoce que la mayoría de las personas nunca van a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque son ideas falsas.
Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, solo si te lo solicitan, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.
Nadie te pertenece. Ni tus padres, amigos y parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Ama y deja ser.
Deja de pensar demasiado. Ábrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No utilices tu inventario. Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es. Cuando limpias tu visión de lentes oscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión.
Deja de resistirte a que las personas no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.
Desintoxícate del veneno del rencor y reconcíliate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.
A la luz del corto período de vida que tenemos, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Nuestra compañera la muerte en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos.
Es superfluo gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes darte ese lujo.
Aprende con honestidad los errores que cometiste, prométete que no lo volverás a hacer y regresa a vivir la vida.
La perfección no existe. Ni el padre, amigo, pareja o hermano perfecto. Es un concepto creado por la mente humana que en ningún nivel intelectual puedes comprender, porque en la realidad no existe. Porque es un concepto imaginario. Un bosque perfecto serían puros árboles, el sol, no bichos… ¿existe? No. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay depredadores ¿existe? No. Solo a un nivel intelectual. En la realidad jamás va a existir. Naturalmente, al pez solo le queda disfrutar de la realidad. Cualquier frustración de que el mar no es como quiere que sea no tiene sentido.
Deja al mundo ser. Y déjate ser a ti también.
Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que “alguien” les hizo. La sorprendente revelación, va a cambiar tu vida: ¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias.
Si tú esperabas que tus padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que “un padre ideal” debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman. Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo, tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entra las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.
Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una parte, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que “te hacen otros” (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las “ofensas”.
Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la escuela, la sociedad y los medios nos enseñan. Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y cómo “deben” de actuar los demás. Una novela que no tiene nada que ver con la realidad. También, las otras personas son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es “maltratada” (por no haber dicho o hecho lo que se esperaba de ella) por alguien, deja esa experiencia en su “inventario”. Cuando conoce a otro alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que le hirieron, o sea que se predispone. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes, obviamente lo que teme lo provoca. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas. Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año.
Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que “debe hacer” y te dice “no”, creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. Déjalos ser. Además recuerda también, que nadie te pertenece.
Cuando los colonos americanos querían comprarles sus tierras a los Pieles Rojas, estos les contestaron“¿Comprar nuestras tierras? ¡Si no nos pertenecen! Ni el fulgor de las aguas, ni el aire, ni nuestros hermanos los búfalos a los cuales solo cazamos para sobrevivir. Es una idea completamente desconocida para nosotros”.
Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hermanos, ni tus hijos, tus amigos o parejas te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Solo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Solo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir. Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar. Ámalas, disfrútalas y déjalas ir.
Entonces ¿Cómo puedo perdonar?
Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de “cómo deberían actuar las personas”. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente.
Reconoce que la mayoría de las personas nunca van a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque son ideas falsas.
Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, solo si te lo solicitan, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.
Nadie te pertenece. Ni tus padres, amigos y parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Ama y deja ser.
Deja de pensar demasiado. Ábrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No utilices tu inventario. Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es. Cuando limpias tu visión de lentes oscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión.
Deja de resistirte a que las personas no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.
Desintoxícate del veneno del rencor y reconcíliate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.
A la luz del corto período de vida que tenemos, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Nuestra compañera la muerte en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos.
Es superfluo gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes darte ese lujo.
Aprende con honestidad los errores que cometiste, prométete que no lo volverás a hacer y regresa a vivir la vida.
La perfección no existe. Ni el padre, amigo, pareja o hermano perfecto. Es un concepto creado por la mente humana que en ningún nivel intelectual puedes comprender, porque en la realidad no existe. Porque es un concepto imaginario. Un bosque perfecto serían puros árboles, el sol, no bichos… ¿existe? No. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay depredadores ¿existe? No. Solo a un nivel intelectual. En la realidad jamás va a existir. Naturalmente, al pez solo le queda disfrutar de la realidad. Cualquier frustración de que el mar no es como quiere que sea no tiene sentido.
Deja al mundo ser. Y déjate ser a ti también.
rossmary- Colaborador
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Localización : Cuba
Re: NADIE TE OFENDE!!!...
El deber es una sucia palabra de cinco letras.
"Deber y responsabilidad son sinónimos en el diccionario, pero no en la vida. En la vida no sólo son distintos sino diametralmente opuestos. El deber es para con los demás, mientras que la responsabilidad es para con uno mismo. Cuando dices "tengo que hacer tal cosa", es una obligación. "Como mi madre está enferma, tengo que estar a su lado" o "tengo que llevarle flores al hospital; tengo que hacerlo, es mi madre". El deber es para con los demás; tú no tienes ninguna responsabilidad. Cumples con un requisito social porque es tu madre; pero no porque la quieras. Por eso digo que el deber es una sucia palabra de cinco letras. Si quieres a tu madre, irás al hospital y le llevarás flores, estarás a su servicio y no te moverás de su lado, le darás masajes en los pies y sentirás compasión por ella; pero no será un deber: será responsabilidad. Responderás desde el corazón.
Responsabilidad significa capacidad para responder. Tu corazón vibra, te compadeces de ella y la cuidas; pero no porque sea tu madre, eso es irrelevante, tú a quien quieres es a la mujer. Es tu madre --o no, eso es secundario--, pero quieres a la mujer, la quieres como persona. Es un efluvio de tu corazón, por lo que no creerás que le estés haciendo ningún favor ni irás pregonando por ahí que eres un hijo que cumple con su deber. No creerás que hayas hecho algo, puesto que no has hecho nada. ¿Qué has hecho? ¿Acaso por llevar unas flores a tu madre enferma crees que has cumplido con una gran obligación?. Por eso digo que el deber es sucio. La palabra adecuada es sucio: es para con los demás.
La responsabilidad tiene una dimensión completamente distinta: amas, te preocupas y sientes compasión; pero surge de tus sentimientos. El deber parte de la idea de que es tu madre: "por eso", "por consiguiente"; es un silogismo: es lógico. De algún modo lo haces a la fuerza, te gustaría librarte; pero ¿qué puedes hacer?. Está en juego tu respetabilidad. ¿Qué dirá la gente?. Tu madre está enferma y tú divirtiéndote y bailando en un club, ¿pero no está enferma tu madre?. No, tu ego saldría lastimado. Si pudieses evitar a tu madre sin que tu respetabilidad y tu ego resultasen afectados, te gustaría hacerlo. Irías al hospital y tendrías prisa por salir corriendo; buscarías cualquier excusa, "debo irme; tengo una cita". Eso no puede ser. Pretendes evitar a esa mujer y no quieres estar con ella: incluso cinco minutos te parecen demasiados. No la quieres.
Soy contrario al deber, pero por lo que se refiere a la responsabilidad... sí, tienes que ser enormemente responsable. Y una vez que renuncias al deber, eres libre para ser responsable".
"Deber y responsabilidad son sinónimos en el diccionario, pero no en la vida. En la vida no sólo son distintos sino diametralmente opuestos. El deber es para con los demás, mientras que la responsabilidad es para con uno mismo. Cuando dices "tengo que hacer tal cosa", es una obligación. "Como mi madre está enferma, tengo que estar a su lado" o "tengo que llevarle flores al hospital; tengo que hacerlo, es mi madre". El deber es para con los demás; tú no tienes ninguna responsabilidad. Cumples con un requisito social porque es tu madre; pero no porque la quieras. Por eso digo que el deber es una sucia palabra de cinco letras. Si quieres a tu madre, irás al hospital y le llevarás flores, estarás a su servicio y no te moverás de su lado, le darás masajes en los pies y sentirás compasión por ella; pero no será un deber: será responsabilidad. Responderás desde el corazón.
Responsabilidad significa capacidad para responder. Tu corazón vibra, te compadeces de ella y la cuidas; pero no porque sea tu madre, eso es irrelevante, tú a quien quieres es a la mujer. Es tu madre --o no, eso es secundario--, pero quieres a la mujer, la quieres como persona. Es un efluvio de tu corazón, por lo que no creerás que le estés haciendo ningún favor ni irás pregonando por ahí que eres un hijo que cumple con su deber. No creerás que hayas hecho algo, puesto que no has hecho nada. ¿Qué has hecho? ¿Acaso por llevar unas flores a tu madre enferma crees que has cumplido con una gran obligación?. Por eso digo que el deber es sucio. La palabra adecuada es sucio: es para con los demás.
La responsabilidad tiene una dimensión completamente distinta: amas, te preocupas y sientes compasión; pero surge de tus sentimientos. El deber parte de la idea de que es tu madre: "por eso", "por consiguiente"; es un silogismo: es lógico. De algún modo lo haces a la fuerza, te gustaría librarte; pero ¿qué puedes hacer?. Está en juego tu respetabilidad. ¿Qué dirá la gente?. Tu madre está enferma y tú divirtiéndote y bailando en un club, ¿pero no está enferma tu madre?. No, tu ego saldría lastimado. Si pudieses evitar a tu madre sin que tu respetabilidad y tu ego resultasen afectados, te gustaría hacerlo. Irías al hospital y tendrías prisa por salir corriendo; buscarías cualquier excusa, "debo irme; tengo una cita". Eso no puede ser. Pretendes evitar a esa mujer y no quieres estar con ella: incluso cinco minutos te parecen demasiados. No la quieres.
Soy contrario al deber, pero por lo que se refiere a la responsabilidad... sí, tienes que ser enormemente responsable. Y una vez que renuncias al deber, eres libre para ser responsable".
Vistelina- Ayudante
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